Atados a la vida, aferrados a ella,
deslizándonos por atajos oscuros,
que nos llevan confundidos,
entre sonrisas y abrazos de papel.
Que nos elevan a cielos imaginarios,
a perversas glorias de otros,
que en sus oropeles de grandeza,
la miseria, única dueña, mora feliz.
Nudos de la Vida,
viajeros inseparables, sombras amigas al acecho,
gritos del silencio, baladas soñadas no tocadas,
nudos que nos ahogan sin rozar,
que nos matan y exhiben como merecida presa.
Risas y llantos fundidos y confundidos,
de hiel las primeras, de pena y rabia los segundos;
la palabra del villano,
fino estilete que acude sin llamar en nuestro socorro;
el silencio de la indiferencia
que entrando sigiloso, llega hasta lo más hondo,
dejando tras de sí, campos de sueños apenas vividos.
Nudos de la vida,
que nos unen a lo desconocido,
a lo no amado y después, resignados, buscado;
que nos laceran sin marca durante mil años,
que somos nosotros, sin conocernos,
que no tienen nombre, porque ellos nos lo ponen.
Nudos de la vida,
ellos nos enseñaron a estar, sin querer,
a vivir sin comprender,
a sufrir sin preguntar,
a llorar sin contestar,
a marchar sin mirar,
y a morir sin vivir.
Esos nudos de la vida,
que nos hacen fuertes en nuestra debilidad,
invencibles e insensibles, intocables y evidentes,
que nos hacen próximos y extraños,
que hablan por nosotros, y siempre mienten,
esos nudos de la vida, postizos y falsos… sin alma.
Hoy toca llamar y romper,
hoy, tranquilos, toca salir,
hoy, tenemos que esculpir, lentamente
esa talla que llorando esperaba, encerrada,
en ese nudo, que en nuestra mente y nuestra alma,
feliz y dueño se recreaba. (jpellicer)
deslizándonos por atajos oscuros,
que nos llevan confundidos,
entre sonrisas y abrazos de papel.
Que nos elevan a cielos imaginarios,
a perversas glorias de otros,
que en sus oropeles de grandeza,
la miseria, única dueña, mora feliz.
Nudos de la Vida,
viajeros inseparables, sombras amigas al acecho,
gritos del silencio, baladas soñadas no tocadas,
nudos que nos ahogan sin rozar,
que nos matan y exhiben como merecida presa.
Risas y llantos fundidos y confundidos,
de hiel las primeras, de pena y rabia los segundos;
la palabra del villano,
fino estilete que acude sin llamar en nuestro socorro;
el silencio de la indiferencia
que entrando sigiloso, llega hasta lo más hondo,
dejando tras de sí, campos de sueños apenas vividos.
Nudos de la vida,
que nos unen a lo desconocido,
a lo no amado y después, resignados, buscado;
que nos laceran sin marca durante mil años,
que somos nosotros, sin conocernos,
que no tienen nombre, porque ellos nos lo ponen.
Nudos de la vida,
ellos nos enseñaron a estar, sin querer,
a vivir sin comprender,
a sufrir sin preguntar,
a llorar sin contestar,
a marchar sin mirar,
y a morir sin vivir.
Esos nudos de la vida,
que nos hacen fuertes en nuestra debilidad,
invencibles e insensibles, intocables y evidentes,
que nos hacen próximos y extraños,
que hablan por nosotros, y siempre mienten,
esos nudos de la vida, postizos y falsos… sin alma.
Hoy toca llamar y romper,
hoy, tranquilos, toca salir,
hoy, tenemos que esculpir, lentamente
esa talla que llorando esperaba, encerrada,
en ese nudo, que en nuestra mente y nuestra alma,
feliz y dueño se recreaba. (jpellicer)
JPellicer.
España.
España.